Román “Chocolatito” González estuvo delante de una multitud. Sus pies no se aferraban a la lona de un cuadrilátero sino a la grama suave de un estadio, su torso no lucía desnudo y brillante, lo arropaba más bien una camiseta de Los Dodgers.
Sus manos no estaban cubiertas por guantes de pelear, en una de ellas llegó a tener una pelota de beisbol que, contrario a lo que se pensó, no tiró desde la colina. Más que invitado especial, Román estaba ahí para que la gente lo viera, para refrescarles a todos el pensamiento de que el 10 de septiembre en esa tierra buscará su cuarto título del mundo delante del invicto mexicano Carlos “El Príncipe” Cuadras que, como siempre, llamó la atención repartiendo declaraciones.
De espalda al home, viendo los dos al público, de los altoparlantes salió una voz que recordó los detalles del evento, y cuando esa voz de trueno se calló, Román gritó, micrófono en mano: ¡Viva Nicaragua! Urgido por quedar bien delante de los suyos, Cuadras, siempre espontáneo, espetó: ¡Viva México! Después los dos compartieron con fanáticos y algunos peloteros de la organización, fueron apenas unos minutos, luego se largaron.
A pocos días para el combate en el Fórum de Inglewood, la promoción es más que necesaria. Según el apoderado del peleador nicaragüense, Carlos Blandón, el último reporte de ventas indicaba que más de 7 mil 500 boletos habían sido comprados, y que esta última semana, esperaban que esa cantidad subiera por encima de las diez mil entradas.
Un día después de haberse instalado en el Hotel Westin de Los Ángeles, alejado de la tranquilidad que le brindó cerca de dos meses Big Bear, donde desarrolló su campamento de preparación, Román comenzó a cumplir con los primeros compromisos en la selva de cemento. Una semana de movimiento le espera a Román, conferencias, entrevistas, entrenamiento público y pesaje. Y después, como lo hace siempre, termina anulando al rival de turno.



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